Notas |
- Rey de Francia de 1226 a 1270. El extenso reinado de Luis IX de Francia, o san Luis, reveló con claridad sus cualidades personales de hombre justo, humano y valiente. Muerto en el curso de su segunda cruzada contra los musulmanes, el pueblo lo tuvo por santo mucho antes de que la Iglesia Católica lo reconociera como tal.
Luis, nacido el 25 de abril de 1214 en Poissy, Francia, era el cuarto hijo de Luis VIII de Francia y de Blanca de Castilla, la hija del rey Alfonso VIII. Recibió una esmerada educación, especialmente después de que sus hermanos mayores murieran durante la infancia, quedando él como heredero del trono. El sincero catolicismo que heredó de su madre nunca lo inclinó al fanatismo ni a la intolerancia.
Tenía trece años cuando subió al trono después de la muerte de su padre. A causa de su corta edad, fue la reina madre quien debió emplear todas sus energías para enfrentar los problemas que amenazaban el reino. Éstos eran la hostilidad de los nobles a la corona, la revuelta de los herejes albigenses en el sur del país y la guerra contra Inglaterra. Blanca de Castilla logró neutralizar a los nobles, luego de lo cual pudo dedicarse a suprimir la revuelta albigense. En cuanto a los ingleses, el propio Luis IX les hizo frente cuando sólo contaba quince años, obligando a aquellas tropas a abandonar Francia. En 1234, Blanca de Castilla dio a su hijo como esposa a Margarita, hija del conde de Provenza, Ramón Berenguer IV. La pareja, que fue muy feliz, tuvo once hijos. Cuando los ingleses volvieron a desembarcar en el continente, en 1242, Luis logró expulsarlos otra vez.
En 1244, durante el curso de un grave ataque de paludismo, Luis decidió emprender una cruzada a Tierra Santa, cuya situación era crítica. Habiendo caído Jerusalén en manos de los musulmanes en 1244, y luego la ciudad de Damasco, las disminuidas posesiones cristianas del cercano oriente se hallaban seriamente amenazadas. Después de vencer el escaso entusiasmo de sus nobles, Luis se embarcó en 1248 en cien navíos con un ejército de 35.000 hombres, y con su mujer y sus hijos. Al año siguiente llegó a la ciudad de Damieta, en Egipto, con la intención de avanzar después a El Cairo. El 6 de junio conquistó la ciudad, pero la peste que se abatió sobre sus hombres y la crecida del Nilo le impidió seguir hacia la capital egipcia. El ejército debió replegarse, y los musulmanes consiguieron capturar al rey y a sus nobles. Liberado a cambio de un rescate, Luis, sin embargo, pudo asegurar la supervivencia de las ciudades cristianas de Siria.
A pesar de su derrota, el rey había logrado obtener un inmenso prestigio en Europa, que utilizó para conseguir que el rey inglés Enrique III firmara la paz en 1258 y rindiera vasallaje a Francia. Como gobernante, san Luis cuidó de impedir los abusos de sus funcionarios y favorecer el comercio francés. Su espíritu de justicia fue proverbial, como así también su amor por las artes.
Obsesionado por su fracaso en África, Luis IX emprendió una nueva cruzada en 1269; esta vez eligió como blanco el reino de Túnez, donde se presentó en julio de 1270. La peste atacó nuevamente a su ejército, y él mismo sucumbió a ella, el 25 de agosto de 1270. Su canonización data de 1297.
BOL Hispánica Universal. Disponible en http://www.mienciclo.es/enciclo/index.php/Luis_IX_de_Francia
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